domingo, 14 de junio de 2015

La Calle Completa


Por Victor Manuel Gutiérrez Sánchez.



En nuestra ciudad en estos días hemos podido conocer iniciativas para definir la regeneración de avenidas con una perspectiva meramente vial, que dejan de lado otras formas de moverse, distintas al automóvil privado. Esta perspectiva no toma en cuenta la opinión ni las necesidades de la ciudadanía, y obedece a prácticas urbanísticas del siglo pasado, en que se diseñaban ciudades para el automóvil. Hoy, las nuevas tendencias del diseño urbano apuntan a priorizar al peatón, al usuario del transporte público y al ciclista, complementando la circulación de vehículos por las calles de la ciudad.
“Un paso a desnivel o un puente es la manera más rápida de llegar al siguiente embotellamiento”, dice el urbanista Rafael Pérez Fernández, para explicar una visión parcial, que pierde de vista la planeación de la ciudad como un todo integrado. En cambio, cuando se diseña la calle desde una perspectiva de política pde una perspectiva de política p objetivos:e llega a un conceptooceso de planeacil ciclo completo de costo-beneficio, al desarroública, es decir, de manera conjunta entre los sectores público, privado y social de una comunidad, se llega a un concepto integral del espacio para la circulación que se conoce como “Calle Completa” o “Calle Total”.
Para conocer como se están diseñando en otras partes del mundo las calles con este criterio, tomemos por ejemplo el Manual de Diseño de Calles de Escocia, en la Europa escandinava, -una de las regiones del mundo con mayor calidad de vida-, el cual establece la política: el diseño de calles debe considerar el espacio antes del movimiento. Lo anterior quiere decir, si diseñamos para los coches eso es lo que vamos a obtener, más coches; en cambio, si diseñamos para el peatón, tendremos eso, más personas ocupando el espacio público. Además, nos dice este manual, el diseño de calles debe estar basado en una toma de decisiones balanceada y debe adoptar un enfoque multidisciplinario y colaborativo.
Por otra parte, en Nueva York, la experiencia del High Lane, -una iniciativa ciudadana de recuperación de las abandonadas vías elevadas del tren, apoyada con diseñadores de gran visión y sensibilidad-, dio la pauta para crear el Manual de Diseño de Calles, que aspira a lo que en la cultura anglosajona se conoce como “Calles de Clase Mundial”, de la cual se desprenden siete objetivos:
1.     Diseñar para la seguridad, crear espacios para mover personas y bienes con seguridad, a través de la ingeniería y la cultura viales, y con ello disminuir la accidentalidad y la fatalidad de la misma. Diseñar calles para servir viajes locales a baja velocidad. Investigar, probar y evaluar aditamentos y acciones innovadoras para incrementar la seguridad, particularmente aquellos que han funcionado en otras ciudades.
2.     Diseñar par la accesibilidad y la movilidad, esto es, integrar a todos los usuarios de la calle, para todos los usuarios, con criterios de diseño universal, especialmente para los grupos más vulnerables: niños, adultos mayores y personas con capacidades diferentes, en la diversidad de modos de transporte. Considerar las proyecciones de crecimiento, recuperar derechos de vía, sobre todo con una visión integral que mejore la vitalidad económica de la ciudad. Priorizar el uso peatonal, la bicicleta y también el tránsito vehicular, al proveer de infraestructura segura, accesible y funcional para todos los modos de transporte utilizados en cada ciudad, diseñar rutas y conexiones con una visión sistémica. Minimizar el impacto del tráfico pesado en los distintos barrios. Esforzarse por alcanzar la accesibilidad, el diseño universal, y también considerar accesos de emergencia.
3.     Diseñar para el contexto, responder al carácter del barrio. Partiendo de que las calles definen el carácter de los barrios, su diseño debe hacer referencia a el contexto colindante, incluyendo la historia, usos de suelo y puntos de referencia, es decir, comprender la vocación económica y social de cada barrio. Preservar el carácter único de cada barrio, provocar espacios para la convivencia, diseñar el paisaje, provocar actividades recreativas, diseñar de manera balanceada los distintos modos de tráfico en función de la seguridad y las necesidades de la comunidad.
4.     Diseñar para la habitabilidad, o sea, crear espacio público estimulante con espacios públicos de calidad. Más allá de su función para mover personas y bienes, las calles comprenden una extensa red de espacios públicos abiertos que facilitan las interacciones sociales, cívicas y económicas. Expandir el espacio público utilizable, reubicando o reciclando fincas abandonadas, deterioradas o sub utilizadas, para crear andadores, ampliar banquetas, extensiones del espacio público en esquinas o a mitad de cuadra, y aprovechar la oportunidad para crear áreas verdes o huertos urbanos. Diseñar las calles para incentivar la actividad física de todas las edades, al hacer el ciclismo, caminar o correr como algo atractivo y conveniente. También incluir espacios sombreados y para sentarse.
5.     Diseñar para la sustentabilidad, contribuir a un ambiente más sano y sostenible. Visualizar la calle como una extraordinaria oportunidad para mejorar la salud ambiental de la ciudad, utilizar materiales de menor impacto ambiental, que minimicen las superficies impermeables y maximicen la posibilidad de reforestación, así como la absorción calórica de la calle, con conocimiento del factor reflejante solar y, muy importante, entender el papel que cada zona de la ciudad juega en el ciclo del agua de cada región.
6.     Diseñar para la excelencia visual, lo que quiere decir crear paisajes urbanos coherentes y armónicos. Las ciudades bellas se definen por la calidad visual y perceptual de sus calles. Diseñar con los más altos estándares estéticos, considerando el mantenimiento de largo plazo, y con enfoque multisensorial, o sea que además la vista, el espacio debe ser capaz de estimular los demás sentidos.
7.     Diseñar para la rentabilidad, o lo que es lo mismo, proveer de la mayor plusvalía posible al público. La reconstrucción de las calles urbanas requiere de recursos financieros sustanciosos, por ello se debe considerar el ciclo completo de costo-beneficio: al desarrollar proyectos de inversión, medir no sólo el beneficio o el costo económico, sino el ambiental, territorial y social. Además de una  buena planeación y diseño, la calle requiere de una buena administración, así como considerar futuras necesidades, generando proyecciones de desarrollo como parte del proceso de planeación, reconociendo también la importancia de la evaluación y autoevaluación, como retroalimentación del proceso para futuras acciones.
De lo anterior podemos concluir, que para el diseño de una calle completa, debemos integrar todos estos factores, así como la geometría vial, los materiales de construcción, el paisaje, la iluminación y el mobiliario urbanos, pero sobre todo la participación conjunta e integrada de la ciudadanía, la iniciativa privada y el gobierno en el diseño de los espacios que habitamos y transitamos todos.

Fuente de información:
·       New York City (2009) Street Design Manual. Department of Transportation. www.nyc.gov/street designmanual
·       The Scottish Government (2010) Designing streets. A policy statement for Scotland. Edinburgo, Escocia www.scotland.gov.uk

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