martes, 8 de marzo de 2011

Agustín Hernández, maestro de la analogía

Por Victor Manuel Gutiérrez Sánchez*

La creación se trata de un zigzageo donde entra

lo objetivo, lo subjetivo, la realidad y la fantasía.

Agustín Hernández

Reconocido mundialmente, con la serenidad que le da una trayectoria plena de obras que trascenderán como íconos de la arquitectura mexicana contemporánea, dedicado a dar conferencias alrededor del mundo y realizando esculturas que hacen referencias a su obra, transcurre el quehacer profesional de Agustín Hernández, un arquitecto que domina la analogía como pocos entre los que emplean este método de proyectación.

El método analógico consiste en hacer una referencia a elementos externos a la arquitectura para obtener de manera poética las formas que detonan la composición arquitectónica. Agustín Hernández, por ejemplo, tiene edificios como su taller en Bosques de las Lomas, México, D.F., inspirado en la estructura y la forma de un árbol; una casa subterránea construida como un caracol; o el conjunto del Heroico Colegio Militar que se compone en fachada de los elementos de una máscara.

Agustín Hernández es un arquitecto con una trayectoria de más de 50 años de ejercicio profesional, de modelar el espacio dejando constancia en cada una de sus obras de una búsqueda personal de la creación, diferencia primordial entre el constructor y el arquitecto.

La cultura mesoamericana es una referencia constante en la obra de Hernández Navarro, patente a través del uso de formas como el talud, la masividad monumental pétrea y la búsqueda de significados que tienen que ver con la naturaleza y la cosmogonía de los pueblos ancestrales.

Una de sus obras más provocadoras es conocida como la Casa del Aire, porque con su construcción desafía a la gravedad, como en cada uno de los edificios, el color es considerado como un maquillaje accesorio, utilizado para enfatizar los volúmenes y los claroscuros por otros arquitectos. Para él, el color está dado por los materiales, los elementos y el mobiliario, incluso por los habitantes de cada espacio.

Un edificio corporativo en Santa Fe, compuesto por una gigantesca esfera de cristal contenida en un cubo de concreto, por este arquitecto para quien conseguir la libertad creativa es conquistar necesidades y condicionantes como el programa, el factor económico, el terreno, las nuevas técnicas constructivas y evitar el enajenamiento con el cliente o con la sociedad.

En Santa María Ahuacatlán, Morelos, construyó un centro de meditación que transmite serenidad trascendental en cada uno de sus espacios y en cada una de sus formas, ya que para Hernández Navarro, un proyecto necesita detrás de él una voluntad y un apoyo técnico conceptual.

Una residencia basada en conceptos orgánicos donde no existe un solo muro recto, es una composición de curvas que envuelven al habitador de este espacio, ya que para Hernández la funcionalidad está implícita en la planimetría y el funcionamiento es tridimensional y también es psicológico.

Quien alguna vez afirmara que “el posmodernismo es la prostituta de la arquitectura”, refiriéndose a la banalización de la arquitectura de su tiempo y acusando a los seguidores del movimiento de exceso de concesiones comerciales, lo cual levantó ámpulas en los más fieles adeptos a esta ideología estética, se reivindica en su libro de prosa poética sobre la creación arquitectónica al referir la intuición “cósmica” del arquitecto: crear la tierra a semejanza del universo.

Aunque las publicaciones especializadas refieren a México D.F. como el lugar de nacimiento de Agustín Hernández Navarro, él reconoce alguna vertiente de sus orígenes en Rioverde, S.L.P., lo cual escuché de su propia voz cuando le conocí en Monterrey, N.L. en un congreso internacional de arquitectura, donde pude platicar con él y obtener este autógrafo dedicado a sus paisanos que hoy comparto con usted, amigo lector.

Fuentes de información:

MACLUF, Lourdes (1991) Agustín Hernández, un arquitecto con personalidad propia. Publicado en México Desconocido Num. 171, mayo de 1991, pp. 46-50.

HERNÁNDEZ Navarro, Agustín (1989) Gravedad, geometría y simbolismo. Universidad Nacional Autónoma de México.

Sir Nicholas Grimshaw y la Arquitectura de Alta Tecnología


por Victor Manuel Gutiérrez Sánchez.

Arquitectura de alta tecnología o high tech, es la denominación que se emplea para la tendencia internacional a resolver los espacios arquitectónicos con una técnica constructiva vanguardista, con tecnología de punta controlando los aspectos funcionales del edificio tales como flujo energético, seguridad y niveles de confort.

Sabemos que los arquitectos de todos los tiempos y en todas partes del mundo han empleado siempre la máxima y óptima tecnología disponible en ese lugar y en ese momento para cumplir la noble labor de construir los espacios donde acaece la actividad humana; la diferencia es que para los arquitectos que construyen en esta ideología, la tecnología deja de ser un medio y se vuelve un fin.

No es casualidad que la mayoría de los protagonistas de este tipo de arquitectura sean ingleses, herederos de la Revolución Industrial y del Palacio de Cristal (Joseph Paxton, 1850), entre los que destacan Sir Norman Foster (ver ARQUITEC No. 4), Richard Rogers, y quien ocupa este artículo: Sir Nicholas Grimshaw.

Su nombre representa a una firma de primer nivel, fundada en 1980 y con oficinas en Londres, Nueva York y Melbourne, caracterizada por la excelencia en el diseño y construcción de edificios significativos, en el oficio de cumplir con su propósito funcional y enriquecer las comunidades donde se edifica.

Esta reputación mundial de diseño de edificios altamente racionales en su proyectación y con un proceso constructivo que denota una comprensión profunda en el uso de los materiales, se remonta a los primeros proyectos industriales de la oficina, predominantemente en el Reino Unido. En estas primeras obras, se asientan las premisas que habrían de regir la obra de Grimshaw, que incluso dan título a uno de los libros publicados por este notable autor:

  • Estructura
  • Espacio
  • Envolvente

Dentro del extenso portafolio internacional de esta firma, uno de los edificios más notables de los que puedo contarles con la oportunidad de haber conocido durante su construcción es el Ludwig Erhand Haus de Berlín, donde se constituye la Cámara de Comercio y la Federación Local de Industrialistas de aquella ciudad. Ubicado muy cerca del corazón de Berlín occidental, el edificio de Grimshaw plantea una forma que no por extraña carece de integración en un contexto donde no es fácil destacar. Paradójicamente este arquitecto de alta tecnología utiliza analogías orgánicas para proyectarlo: el crecimiento armónico del nautillius, la estructura vegetal de un cactus y la apariencia externa de un armadillo. No obstante la audacia de su diseño vanguardista y con una provocadora presencia en el paisaje, el diseñador del enorme edificio (39,000 m2) se enorgullece de los bajos niveles de energía, bajos costos de operación y bajos niveles de emisiones contaminantes.

Su campo de trabajo abarca construcciones para el transporte, edificios de oficinas, equipamiento educativo, el sector industrial, espacios para las artes a gran escala y planeación urbana. En todas ellas la constante es la atención al detalle, ya que para Nicholas Grimshaw es responsabilidad del arquitecto que el edificio satisfaga al cliente por el mayor tiempo posible, además de contribuir al mejoramiento y sustentabilidad ambiental.

Fuentes de información:

FRAMPTON, Kenneth (2002) Historia Crítica de la Arquitectura Moderna. Gustavo Gili, México, D.F. p34

www. grimshaw-architects.com

martes, 1 de marzo de 2011

Ciudades Educadoras: La Sociedad de la Información y del Conocimiento


Por Victor Manuel Gutiérrez Sánchez

El concepto de Ciudad Educadora es una nueva dimensión complementaria y, hasta cierto punto, alternativa al carácter formalizado, centralista y a menudo poco flexible de los sistemas educativos, que conlleva implícita la interacción planeada y diseñada entre las propuestas de la educación formal, no formal e informal.

Este concepto es más bien la formulación de una utopía, descrita como una etapa posterior a la era de la información, y a la que se llegaría utilizando tanto los medios tecnológicos, como la instrucción o educación universal y la humanización de las sociedades actuales.

Las sociedades de la información emergen de la implantación de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en la cotidianeidad de las relaciones sociales, culturales y económicas dentro de la comunidad, eliminando las barreras del espacio y el tiempo en ellas, facilitando una comunicación simultánea y virtual.

Cabe aclarar que la información no es sinónimo de conocimiento, ya que aquella se compone de hechos y sucesos, mientras que el conocimiento se define como la interpretación de tales hechos dentro de un contexto con alguna finalidad.

El concepto pluralista establecido por la UNESCO para la sociedad del conocimiento, trasciende al de la sociedad de la información, ya que se refiere a transformaciones sociales, culturales y económicas en apoyo a la sustentabilidad del desarrollo. Desde esta perspectiva, los pilares de las sociedades del conocimiento son el acceso a la información para todos, la libertad de expresión y la diversidad lingüística.

De acuerdo con este enfoque, las acciones educativas que tienen lugar en un marco de ciudad educadora han de integrar el conocimiento y la vivencia del territorio. En el marco de la ciudad educadora las administraciones locales tienen como función básica la promoción de la participación ciudadana en la gestión y transformación de su ciudad potenciando aquellas acciones que impliquen la interacción entre niños, jóvenes, adultos y ancianos. Por esta razón es preciso que promuevan la formación específica de los distintos agentes educativos y la participación e iniciativa ciudadana poniendo los recursos necesarios a su disposición.

Desde hace tiempo se tiene conciencia de que la ciudad cuenta con las mejores condiciones materiales para forjar una oferta general de difusión de los aprendizajes y de los conocimientos útiles para vivir en sociedad. Es así como surge la Asociación Internacional de Ciudades Educadoras, formalizada a partir del Primer Congreso Internacional de Ciudades Educadoras efectuado en Barcelona en 1990, donde se afirma que la ciudad es educativa por el solo hecho de ser ciudad, es fuente de educación en ella misma, desde múltiples esferas y para todos sus habitantes. De esta asociación emana La Carta de Ciudades Educadoras, la cual se basa en tres principios: El Derecho a la Ciudad Educadora, el Compromiso de la Ciudad, y el Servicio Integral de las Personas. Este organismo cuenta actualmente con 425 ciudades asociadas en todo el mundo,. En México hay actualmente 14 ciudades con esta categoría, entre las que se cuentan Playa del Carmen, Cozumel, Guadalajara, Puebla, Guanajuato y León, entre otras. Una de las ventajas de pertenecer a esta asociación es la de poder aprender de experiencias en otras ciudades, donde se aplican programas como “Arte para Crecer“ o “Redes de Ciudades“, “El Deporte como Herramienta de Inclusión Social“ y “La Gestión Participativa de los Espacios Públicos“, entre otras.

Según la Secretaria General de la Asociación Internacional de Ciudades Educadoras, la ciudad es pues educativa per se: es incuestionable que la planificación urbana, la cultura, los centros educativos, los deportes, las cuestiones medioambientales y de salud, las económicas y presupuestarias, las que se refieren a la movilidad y a la viabilidad, a la seguridad, a los diferentes servicios, las correspondientes a los medios de comunicación, etc. incluyen y generan diversas formas de educación de la ciudadanía (Figueras). Por tanto podemos afirmar que es la intencionalidad lo que le da el carácter educativo a las ciudades.

Otros autores complementan lo anterior al afirmar que pensar la ciudad en clave pedagógica, supone identificar y comprender las lógicas y prácticas educativas propias de la ciudad: un amplio abanico de procesos de aprendizaje, formación y socialización, del que participan los sujetos y colectivos urbanos a partir de la vida citadina que les es propia (Jurado). En este sentido la ciudad tiene tres dimensiones educadoras: como entorno, como vehículo y como contenido de educación.

Ante esta realidad, uno no puede evitar preguntarse si nuestra localidad pudiera formar parte de esta interesante asociación. En lo personal considero que las condiciones tendrían que generarse a partir de la voluntad política de nuestros tomadores de decisiones, la cual se evidenciaría en una actitud más abierta e inclusiva hacia la sociedad, en un esquema de planeación de nuestras ciudades desde una perspectiva del bien común, desgraciadamente muy lejana a lo podemos constatar en el día a día.

Referencias:

CYRANEK, Günther (2005) “Hacia las Sociedades del Conocimiento“. UNESCO

FIGUERAS Bellot, Pilar, Secretaria General de la Asociación Internacional de Ciudades Educadoras, con sede en Barcelona, España.

JURADO Jurado, Juan Carlos “Ciudad Educadora: Aproximaciones Conceptuales y Contextuales“ en Revista Iberoamericana de Educación.