jueves, 2 de mayo de 2019

Mextrópoli 2019


Por Victor Manuel Gutiérrez Sánchez
Twitter e Instagram @intersticio74





Desde hace 5 años se realiza el festival Mextrópoli, ocasión para la reflexión en torno a la arquitectura y la ciudad. Este año la pregunta es: ¿Dónde termina la ciudad?

El festival, siempre en Marzo en la Ciudad de México, gira en torno a una serie de conferencias,  impartidas por una selección interdisciplinaria de protagonistas, autores  y críticos de todo el mundo, entre ellos arquitectos, urbanistas, políticos, artistas, cineastas y escritores.  Este año, el evento contó con conferencistas de Australia, Chile, Estados Unidos, España, Francia, Holanda, Inglaterra, México, Nigeria, Noruega, Perú y Portugal. Cada uno presentó su visión de la ciudad desde la perspectiva de su propia trayectoria profesional y artística, buscando responder a la pregunta detonante con la que provocó a ponentes y asistentes a la emisión de este año.
Previo a las jornadas de conferencias, el ambiente se empieza a preparar para la intensa actividad –este año fueron 65,000 los asistentes a los eventos-, por medio de instalación de pabellones e intervenciones artísticas en el espacio público, así como talleres y visitas guiadas por una ciudad fascinante por lo inagotable de sus experiencias. Principalmente se construye el proyecto ganador del concurso internacional anual, convocado para este fin. Además se complementa con otras propuestas finalistas y algunas propuestas realizadas por diferentes instituciones de educación superior enfocadas a la enseñanza de la arquitectura.
Simultáneamente, se organizan discusiones en diversos foros públicos, con temáticas diversas y pertinentes como: Moverse en la ciudad, La luz en el entorno urbano, ¿Quién proyecta la ciudad?, El espacio público como complemento de la vivienda, así como How new generations could improve the life of cities?, entre otras. Participan en este evento los principales espacios museográficos de la ciudad, que ofrecen interesantes exposiciones con la temática de la arquitectura y la ciudad, algunas de ellas son presentadas por los mismos conferencistas del evento, por lo que es posible conocer de primera mano a los autores y sus obras.
En fin, se trata de un evento imperdible para cualquier persona interesada en comprender la ciudad y sus procesos de transformación. No solamente los profesionales de la arquitectura y el urbanismo pueden obtener aprendizajes aplicables cotidianamente. Ya que más de la mitad de la población del mundo habita en ciudades, este debería ser un tema de interés generalizado, para así acercarnos a una comprensión más clara y profunda de nuestro entorno.

Arquitectura y vino


Por Victor Manuel Gutiérrez Sánchez
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Que la buena arquitectura y el buen vino se parecen y además combinan muy bien, no creo que sea una afirmación que despierte polémica: ambos destilan de la cultura y producen un inagotable deleite multisensorial a sus conocedores. Tal vez por ello, cada vez más compañías vinícolas y vitivinícolas –no es lo mismo-, apuestan por invertir en la construcción de espacios arquitectónicos de gran calidad para acentuar la experiencia de degustar un buen vino y conocer de cerca el proceso mediante el cual se producen.
Recordemos, por poner un ejemplo, la obra de Frank O. Gehry en La Rioja, España. En 2006, el arquitecto canadiense concibió una estrafalaria estructura recubierta de titanio con colores que hacen alusión al vino tinto, así como al oro y plata de la botella. Según la anécdota, los propietarios de Marqués de Riscal, convencieron al cotizado arquitecto, ganador del Premio Pritzker, de aceptar la comisión, al poner sobre la mesa una botella del año de su nacimiento (1929), -además de un cuantioso cheque-.
Lo bueno es que no es necesario ir tan lejos para disfrutar de esta armoniosa combinación, la de la arquitectura y el vino, en una refinada versión. En Trancoso, un poblado cercano a la capital del estado de Zacatecas, se encuentra el Viñedo Campo Real, donde se produce una gran variedad de extraordinarios vinos de marca Tierra Adentro. Ambos nombres, hacen alusión a la Declaratoria como Patrimonio Cultural de la Humanidad por parte de la UNESCO (2010).
Ahí, en medio de los viñedos que producen variedades de uvas como Malbec, Merlot, Syrah y Sauvignon, entre otros, se destaca una estructura en voladizo, que alberga el Restaurant Albuquerque, proyectado por Fernanda Reyes, con la colaboración de Alberto Soto. Construida en 2016, esta magnífica obra arquitectónica se compone de dos pabellones sobrepuestos, que aluden a la linealidad de los surcos de los viñedos y a la combinación entre modernidad y tradición de una nueva generación de productores de vinos zacatecanos.
Esta relación volumétrica minimalista, da paso a un mirador panorámico, que ofrece a sus visitantes el regocijo de encontrarse rodeado por la naturaleza. La parte inferior, construida predominantemente con tierra rojiza, alberga los servicios del edificio, así como una cocina gourmet de primer orden. La parte superior, suspendida sobre tres puntos de apoyo, es un pabellón de cristal, acero y madera, que se adentra en el verde del paisaje, que no por domesticado es menos fascinante.
El viñedo Campo Real es una estupenda opción para visitarlo durante cualquier época del año –Su evento anual es la Vendimia del 25 de agosto-, y degustar la exquisita gastronomía creada para ser el maridaje de los deliciosos vinos que producen. También tienen visitas guiadas a sus salas de tanquería para conocer sus procesos de producción, así como su cava y museo de la barrica. Sus 50 hectáreas de viñedos se pueden recorrer en un tren turístico, o bien, en bicicleta, para terminar en una refrescante cata. Después de todo, siempre cae bien un buen vino para disfrutar de la buena arquitectura, y viceversa.
Información:

Úteruz y Tres Casas Extraordinarias. Kiyoto Ota en S.L.P.


Por Victor Manuel Gutiérrez Sánchez
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“El escultor transforma el material y con ello el espíritu de la gente”.
Kiyoto Ota.


El Laberinto de las Ciencias y las Artes de San Luis Potosí festeja este año su décimo aniversario, y para ello realizará una serie de eventos de los cuales habrá que estar muy pendientes, ya que la calidad de sus actividades ha sido una característica constante durante todo este tiempo. La exposición que ocupa este mes la Sala de Exhibiciones Temporales no es la excepción, ya que está dedicada a la exposición escultórica del artista de origen japonés Kiyoto Ota: “3 Casas Extraordinarias y Serie de Úteruz”.
Kiyoto Ota nació en Nagasaki, Japón, en 1948, pero radica en México desde la década de 1970, en que llegó para estudiar en nuestro país en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, por lo que su obra cuenta con una personalidad propia, que es una combinación de su doble influencia cultural, japonesa y mexicana. Ello, aunado a la profunda relación que este autor tiene desde su infancia con la naturaleza, es la impronta de este proyecto de esculturas habitables, el cual desarrolla desde hace años, con la premisa de generar espacio para experimentar la tranquilidad.
La obra de Ota no es ajena al Laberinto de las Ciencias y las Artes de S.L.P., su “Pasaje de Cedro Rojo” es una de las piezas emblemáticas más transitadas por los visitantes del museo, que literalmente pasan a través de ella y se detienen a tomarse la foto del recuerdo. Esta colección de piezas ahonda en el sentido espacial de la escultura, en el cual los espectadores podemos tocar su materialidad, e inclusive introducirnos en ellas, ya que para Kiyoto Ota, es importante manifestar un cuestionamiento a la escultura contemporánea como arte táctil.
La serie de esculturas agrupadas bajo el denominativo “Úteruz”, iniciada en 2006 , consiste en piezas que exploran la expresividad de distintas maderas, como el encino, el pino y el cedro, que utiliza para fabricar estructuras caracterizadas por la creación de espacio interior, buscando recuperar la memoria de útero materno, mediante vacíos, estructuras esqueléticas, huecos, rendijas y formas orgánicas. En varias de estas piezas, se provoca al espectador a sentir tranquilidad mediante el silencio y el acercamiento a formas sencillas, así como el diálogo de las piezas con la incorporación de elementos naturales como el viento y el agua.
La serie denominada “3 Casas Extraordinarias”, consiste en un experimento de escala 1:1 para reflexionar en torno a la diferencia entre lugar y espacio. Estas tres casas de madera que “no protegen ni acogen al visitante”, están claramente basados en la tradición constructiva japonesa, no obstante que también recuerdan a las que se construyen en algunas regiones de nuestro país. El autor aclara que, no obstante el nombre, se trata de una escultura, y no una de una casa, mediante las cuales ha buscado anular su condición de refugio (podríamos decir que constituyen el anti-úteruz), porque aunque podemos ingresar en ellas, es imposible sentirse cómodo y permanecer mucho tiempo en ellas, ya que están desprovistas de funcionalidad y cuentan más bien con condiciones que incitan a la reflexión crítica.
La agorafobia se enfrenta aquí mediante instalaciones que transforman el lugar en otra cosa, es decir, suprimen la funcionalidad de la casa. Esa fue precisamente la intención de Ota al fabricarlas: hacerles perder su significado, su sentido de lugar o su genius loci.
La Casa de viento (2014) consiste en dos pasillos que se entrecruzan y conducen a la inminente salida, ya que la casa no tiene habitaciones, sino solamente dos puertas, dos ventanas y ventiladores. La instalación es a la vez un manifiesto (“casa en la que no vive nadie no es casa”) y un vestigio, ya que reconstruye simbólicamente una casa tradicional de Japón.
Por su parte, la Casa de lluvia (2016), representa su incapacidad de funcionar como refugio, al presentar una permanente precipitación pluvial en su interior. Según su autor,  “una ironía total”, ya que a la vez invita a acercarse a sentir la brisa fresca y el inconfundible aroma a madera mojada, lo cual, dice Ota, produce una experiencia entrañable.
Finalmente, la Casa de Alicia (2017) presenta un aspecto común en apariencia exterior, pero es engañosa, ya que en el interior presenta una escalera que dirige hacia una puerta-ventana lejana, que en el exterior se convierte en una ventana más. Además de que el pasillo se estrecha conforme asciende, dando lugar a una manipulación de perspectiva para crear ilusión de profundidad.
Al visitar esta exposición, es conveniente asociarla con la crítica multisensorial al ocularcentrismo que propone el crítico finlandés, Yuhani Pallasmaa. Ya que se trata de una experiencia estética fuertemente háptica y espacial. En palabras del propio Kiyoto Ota, “confiamos demasiado en la visual, pero a veces hay trampas”. Es por ello que esta serie de casas para “habitar” en el plano de lo mental, logran la transformación conceptual al afectar al espectador, confirmando que la “escultura es un recipiente de energía”.

Bibliografía.
García, H., R. (2017) “La casa imposible el artista japonés Kiyoto Ota”, en Gatopardo, agosto 2018 www.gatopardo.com
Rivera, L. (2010) “Kiyoto Ota” en Artes e historia, www.artesehistoria.mx

La Bienal Iberoamericana de Diseño en San Luis Potosi.


Por Victor Manuel Gutiérrez Sánchez
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“El diseño es simple, por eso es tan complicado”
Paul Rand.

La Bienal Iberoamericana de Diseño (BID) es un evento organizado desde hace diez años por la Fundación Diseño Madrid, el cual reúne en su convocatoria lo mejor del diseño en todas sus categorías, logrando congregar las propuestas de creativos pertenecientes a 23 países, y en esta ocasión corresponde a nuestra ciudad recibir la exposición itinerante con una selección de los más interesantes participantes.
A partir de noviembre de 2007, por convocatoria del DIMAD, se reunieron en Madrid 24 diseñadores originarios de 14 países iberoamercanos, que venían ejerciendo su profesión desde diferentes prácticas y perspectivas. Se constituyeron como el Comité Asesor de la primera Bienal Iberoamericana de Diseño, redactaron y firmaron la declaración BID, de ha servido como un manifiesto y toma de posición acerca del diseño. Entre las declaraciones, destaca el hecho de que el diseño en Iberoamérica es “una realidad insuficientemente conocida y valorada”, además de que se reconoce el papel de los diseñadores al “intervenir, a través de la reflexión y el trabajo, en la vida de nuestros pueblos y nuestras ciudades, de nuestras empresas y nuestras instituciones”. Entre los firmantes destacan figuras como Félix Beltrán, Henrique Cayette, Dicken Castro y  Alberto Corazón, entre otros, que afirman: “Son las personas y no los objetos la verdadera finalidad del diseño”.
Desde entonces, cada dos años, un selecto jurado internacional se reúne en la Central de Diseño de Matadero, Madrid, que es un espacio creativo a cargo del Área de Gobierno de Cultura y Deportes del Ayuntamiento de Madrid, para evaluar los trabajos (alrededor de 400 de toda Latinoamérica, España y Portugal) seleccionados por el comité asesor del BID, y así seleccionar los mejores por categoría: espacios/interiorismo; gráfico/comunicación visual; producto/industrial; moda, textil y complementos; digital; diseño de servicios y trabajos integrales; así como transversales (es decir, que abarcan varias categorías).
Además de los premios por categorías, este año la BID cuenta con dos nuevos premios con convocatorias específicas: el Premio Empresa y Diseño “Frank Memelsdorff” enfocado a empresas iberoamericanas que utilicen el diseño como factor estratégico, de diferenciación y de creación de valor en toda su actividad, y el Premio Investigación y Diseño, para equipos de colaboración entre estas dos actividades transversales a todos los sectores de la población y a todas las áreas de la economía. La BID llega este año a su sexta edición, y consolida sus objetivos:
  • ·         Impulsar y difundir la cultura del diseño en todos los países de Iberoamérica.
  • ·         Mostrar el diseño como una disciplina asociada al bienestar de las personas.
  • ·         Crear la marca del diseño iberoamericano vinculado a la excelencia.
  • ·         Promover, a través del diseño, el desarrollo económico de los países de la región.


La exposición corresponde a la itinerancia internacional de la quinta edición de la bienal, y puede visitarse en el Centro Cultural Universitario Bicentenario, durante todo septiembre, mes de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, y hasta el 5 de octubre de 2018. También se cuenta con una muestra virtual, en www.bid-dimad.org por medio de una galería en línea de todos los trabajos seleccionados, organizados por país.