domingo, 8 de octubre de 2017

Boceto Urbano. El dibujo como instrumento de observación de la realidad social

Por Victor Manuel Gutiérrez Sánchez

“Prefiero el dibujo a las palabras,
dibujar es más rápido y
deja menos lugar a las mentiras”.
Le Corbusier

En la actividad que me ocupa como científico social del hábitat, he reafirmado últimamente que el dibujo es un invaluable instrumento para la observación de la realidad. Complementario a las fuentes directas de observación, como los levantamientos fotográficos, las encuestas y entrevistas, el dibujo obliga al estudioso del espacio a observar, stricto sensu, aspectos que tal vez la fotografía capta, pero de manera muy automática, poco reflexiva.
Aspectos como las distancias proxémicas o el lenguaje no verbal en la postura de los que participan del espacio observado, escapan a la mirada superficial en la era de la selfie, en que todo aparato portátil sirve para registrar y denunciar la realidad circundante.
Una de los aspectos más maravillosos del dibujo, es que prácticamente todo el mundo puede hacerlo. Más allá del juicio de valor, el dibujo es una de nuestras formas más elementales de comunicación, y la utilizamos en cuanto tenemos un mínimo control de nuestros movimientos y la capacidad de conectarlos con nuestros pensamientos.
Todos tenemos, en nuestros primero años de vida, esa vocación de comunicación gráfica, algunos la siguen cultivando y otros no, es la única diferencia. Pero estoy convencido de que todo mundo puede aprender a dibujar de una manera eficaz para transmitir una idea, con la práctica, la confianza y los ejercicios adecuados. Alguien de quien aprendí mucho al respecto, es la Mtra. Teresa Palau, quien aseguraba que “para dibujar decentemente, había que echar a perder muchísimo papel”.
Además de la capacidad para “decir” cosas de nuestro entorno, más allá de lo evidente, el dibujo sirve además como una muy eficaz forma de penetración etnográfica en las comunidades que observamos, por curiosidad o como actividad científica, ya que una persona dibujando, además de ser mucho menos agresiva en la percepción de la gente que alguien con una cámara o una grabadora, incita a la gente a acercarse a ver lo que estás haciendo.
Esto lo reafirmé en el curso de Boceto Urbano que tuvo lugar en nuestra ciudad hace algunas semanas, por parte de la Arq. Leticia Balacek, en un esfuerzo coordinado entre la Facultad del Hábitat, el Laboratorio de Arquitectura Sinapsis y el Colegio de Arquitectos de San Luis, además del Gobierno del Estado de San Luis Potosí.
En este ejercicio, la instructora nos enseñó a “releer” nuestro entorno, a partir de nuevas sensibilidades y percepciones, pero sobre todo, a partir de observar con detenimiento y a dibujar con soltura, captando la atmósfera característica de cada lugar. Cabe mencionar que este curso, movió fibras sensibles y aportó una visión nueva al boceto urbano, tanto a dibujantes experimentados como noveles.

He tenido la fortuna de compartir el gusto por dibujar con personas talentosísimas, como las mencionadas Balacek y Palau, así como con otros también “gigantes” del dibujo, como Juan Fernando Cárdenas y Jorge Tamés, con quieres, recorriendo las calles de Guanajuato, plumilla, acuarela y grafito en mano, “echamos a perder” muchísimas hojas de nuestros cuadernos Moleskine, apreciando mucho más la belleza de cada lugar, contagiando a otros la curiosidad por dibujar, pero sobre todo, disfrutando de una pasión y un gusto inigualables.

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