lunes, 23 de abril de 2018

Una ciudad más segura... Es posible?


Por Victor Manuel Gutiérrez Sánchez

“Debe haber ojos en la calle. Los edificios en una calle deben contribuir en asegurar la seguridad tanto de residentes como de visitantes, y deben estar orientados hacia la calle. No pueden dar la espalda hacia ella y dejarla ciega”. Jane Jacobs



La violencia en sus diferentes formas ha retomado nuestras calles, casas y espacios públicos. Esto no es algo nuevo, pero ha recrudecido en los tiempos recientes. Más allá de la guerra de cifras alegres y estadísticas catastróficas entre las autoridades y algunas voces de opinión pública, la realidad es que los ciudadanos nos sentimos inseguros en nuestro entorno inmediato.
¿Es posible hacer algo para resolver esta situación desde las disciplinas y ciencias del hábitat? Algunos estudiosos del tema llevan mucho tiempo sosteniendo que mediante diseño ambiental podemos mejorar la infraestructura para la seguridad pública en nuestras ciudades con una perspectiva de género y una cultura de la prevención de la violencia.
En la década de 1970, el arquitecto y urbanista Oscar Newman desarrolló la teoría de la defensibilidad del espacio; una serie de ideas acerca de la prevención del crimen y la seguridad en los barrios, que parte de la definición de que el espacio defendible es un entorno residencial cuyas características físicas –disposición de los edificios y plan de conjunto- funcionan para permitir a los mismos habitantes convertirse en agentes clave para asegurar su propia seguridad (Newman, 1972). Por tanto, el espacio defendible es un fenómeno sociofísico o socioespacial, lo cual significa que tanto sociedad como elementos físicos son partes igualmente importantes para que un espacio sea defendible.
Además de estar fundamentado en el sentido de pertenencia y de responsabilidad, por parte de los vecinos, Newman establece cinco factores que hacen defendible un espacio:
1.    Territorialidad, expresada principalmente en el sentido de pertenencia y de responsabilidad por parte de los vecinos.
2.    Vigilancia natural, esto es, habilidad para ver lo que está sucediendo. “Las calles deben tener ojos” (Jacobs, 1961), está comprobado que una de las mejor es estrategias para contrarrestar la inseguridad de una calle es que esté llena de testigos.
3.    Imagen, lo cual tiene que ver con la capacidad de transmitir la sensación o percepción de seguridad, por medio de iluminación, permeabilidad y sobre todo evitar la imagen del deterioro, como la teoría de las ventanas rotas” sostiene que los índices delictivos son mayores en áreas que presentan evidencia de abandono.
4.    Entorno, entendido como la proximidad a equipamiento de seguridad pública, pero también a centros de trabajo y equipamiento recreativo deportivo, que evite la improductividad de los más jóvenes.
5.    Áreas de conexión seguras, en buena medida, la seguridad de un barrio está determinado por lo que sucede en la calle, el uso de las aceras (Jacobs, 1961) y de los espacios públicos también es fundamental.
Otros aspectos que podemos aprender de estos estudios previos, realizados en la conflictiva ciudad de Nueva York, los podemos encontrar en la conclusión de que el índice delictivo era más alto en desarrollos verticales que en horizontales, un aspecto con aplicación aquí y ahora, que la Política Nacional de Vivienda retoma el tema de la densificación vertical en nuestro país. También esta teoría concluye que la alza de la incidencia delictiva tiene una de sus principales causas en el hecho de que no existe control o responsabilidad por áreas ocupadas por tanta gente, y en este sentido, sus ideas sobre control social, prevención delictiva y salud pública pueden contribuir enormemente al diseño de comunidades, en vez de grandes desarrollos o fraccionamientos.
La prevención del crimen a través de diseño ambiental (CPTED por sus siglas en inglés), es un área indispensable hoy en día, la cual debe contar con una perspectiva de género para proteger a una parte de la sociedad que sufre hoy en día de mayor vulnerabilidad y amenaza.
Desafortunadamente, en nuestro país, la intervención de espacios públicos con alta incidencia delictiva que financiaba el Programa Federal de Prevención del Delito (PRONAPRED) a través de la Secretaría de Gobernación, desapareció del presupuesto federal a partir de este año,  y solo persiste el Programa Rescate de Espacios Públicos que promueve la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU), además de algunos esfuerzos aislados de autoridades municipales, por lo que es inaplazable el emprender acciones de política pública para la prevención de la violencia, por nuestra propia tranquilidad y bienestar.

Referencias
Jacobs, J. (1961) Life and Death of Great American Cities.
Newman. O. (1972) Defensible Space.
Wilson, J.Q., Kelling, G. (1982) Broken Windows Theory.

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