viernes, 14 de octubre de 2011

Ciudades Seguras


Por Victor Manuel Gutiérrez Sánchez*

Ante los hechos que se han presentado en días recientes, en los cuales la violencia se ha apoderado de los espacios públicos, y en los que de una manera progresiva y continua hemos tenido que modificar nuestros hábitos y formas de vivirlos, se vuelve urgente un planteamiento crítico que nos lleve a establecer algunas premisas para hacer de nuestras ciudades lugares más seguros.
Considero oportuno realizar preguntas tales como ¿Qué nuevas condiciones enfrentamos los que estudiamos, habitamos, planeamos y desarrollamos las ciudades? ¿Qué solución puede aportar la planeación de ciudades a este fenómeno complejo y multidisciplinar?¿De que manera podemos llevar a la práctica las buenas intenciones de los tomadores de decisiones para salvaguardar la seguridad de la comunidad? ¿Cómo se ha enfrentado este problema en otras latitudes y en momentos previos?
Es necesario el planteamiento de políticas públicas de seguridad urbana, que propongan una metodología para la planeación de políticas de seguridad urbana, ya que debemos recuperar los espacios públicos urbanos como el sitio de encuentro de la ciudadanía y como imagen urbana. Diversos autores han puesto el énfasis en la vida urbana, entendida como la simultaneidad de presencias físicas en el espacio ciudadano, como el espacio de creación de una mínima e implícita complicidad entre todas las personas que se hallan en un lugar en el mismo momento. (Llanos y Martínez, 2010).
Es en las relaciones entre este tipo de lugares y los niveles de convivencia y seguridad urbana, nos dicen, donde se encuentran los significados, atributos y potencialidades de los espacio públicos. Lo anterior nos lleva a considerar a algunas experiencias previas en el análisis de este fenómeno, como los Principios de Defensibilidad Espacial, propuestos por Oscar Newman, como medidas de prevención del crimen a través del diseño ambiental, con base a estudios realizados en los años 1990, en la ciudad norteamericana de Saint Louis, Missouri. Estos principios se concretan en criterios de diseño de espacios públicos seguros, mezcla de usos, tipologías que establezcan un límite claro entre el espacio público y el privado, buena accesibilidad, suficientes niveles de iluminación, evitar obstáculos visuales, generar áreas de sombra y cobijo, privilegiar al peatón sobre el vehículo y privilegiar el usos del transporte público.
Otras referencias que pudieran ser de utilidad son las políticas de “Tolerancia Cero” aplicadas en su momento por Rudolph Giuliani en la ciudad de Nueva York, que se resumen en políticas de seguridad ciudadana, política punitiva, otras políticas de mantenimiento y gestión, o bien, la “Teoría de las ventanas rotas”(Wilson y Kelling, 1982) que plantea que los índices de criminalidad son más altos en lugares donde existen evidencias de abandono.
Quien nos habla de la “Urbanalización” es el catalán Francesc Muñoz (2008) para quien son necesarias las políticas de seguridad urbana y la multiplicación de lo que denomina paisajes de la seguridad, un tipo de forma urbana global y en expansión, resultado de la absoluta prioridad que las condiciones de seguridad tienen a la hora del diseño urbano y la propia producción del paisaje. Según este autor, la urbanalización sigue tres procesos:  la especialización, la tematización y la privatización.
Es en estos intersticios, vacíos dentro de la trama social y urbana, donde pueden detonarse los espacios de cambio hacia indicadores positivos  de vitalidad urbana, como lo promueve el  Programa Federal “Rescate de Espacios Públicos” una combinación de obra materia y programas sociales. Aunado a lo anterior, estas acciones deben de estar acompañadas de un sistema de transporte masivo de alta eficiencia, accesibilidad, enfocado a la democratización de la ciudad y a la inclusión social, evitando la segregación espacial de la ciudad planificada y la ciudad no planificada.
La tecnología juega aquí un papel importante, como lo demuestran experiencias previas de creación de redes sociales apoyadas en la tecnología digital, como estrategias de vigilancia vecinal, y es que la vigilancia electrónica, como herramienta de gestión de la vigilancia de los espacios urbanos cobra fuerza en la formulación de las políticas públicas. Organizaciones como  http://abellawatch.com/ ,   www.slideshare.net  y  abellawatch/abella-neighborhood-watch-twitter, son algunos ejemplos de ello.
Debemos volver a comprender el espacio urbano, como el lugar fundamental de la ciudad como espacio vivible, transitable, donde nos expresamos e identificamos individual y colectivamente, conviviendo bajo unas normas mínimas de moral y ética (Rangel en Llanos y Martínez,  2010: 39), y familiarizarnos con el significado del espacio público contemporáneo, el de la diversidad y la tolerancia, que es el lugar donde se manifiesta verdaderamente la presencia de la “otredad”
La conjunción aspectos tales como su forma, su escala, su dinámica y sus componentes, lo que determina el carácter, la dinámica y la calidad del espacio, y le confieren atractivo, lo cual deviene en una mayor presencia de ciudadanos interactuando en un espacio, y el consiguiente aumento en la sensación de seguridad. Dicho de otra forma, mientras menos personas sean testigos de lo que ocurre en el espacio más inseguro es el mismo.
En los espacios públicos se cristaliza la complejidad social, ya que son referencia de la colectividad, y en nuestros días vivimos aun las consecuencias de la ciudad moderna, entendida como un  simplificado asentamiento humano totalmente sectorizado, lo cual nos lleva a una rigurosa segregación de los usos, un mapa de zonas especializadas y unifuncionales, teniendo como consecuencia una ciudad que no estimula la reunión de ciudadanos en el espacio público.
Es necesario contribuir por medio de la planeación y el diseño del desarrollo a hacer vida urbana, autores como Jane Jacobs nos recuerdan que los usos mixtos devienen en intensa dinámica.Para esta urbanista es necesario el establecimiento de tres condiciones básicas para la vitalidad y la seguridad del espacio urbano: clara demarcación entre el espacio público y el privado, ojos que miren a la calle, y aceras con usuarios en constante flujo.
No obstante, para muchos desarrolladores y ciudadanos la repuesta parece estar en la privatización del espacio, que surge en algunos casos por la segregación espacial de la ciudad como mecanismo de defensa en contra de la inseguridad ciudadana. La privatización del espacio público consiste en la transferencia de su titularidad y usos del ámbito colectivo al privado, lo que significa que su diseño, producción y gestión, pasa a manos de entes privados (Llanos y Martínez, 2010: 42), así encontramos, por ejemplo, que los centros comerciales están sustituyendo a las plazas y parques públicos como lugares de encuentro.
Mas allá del autoencierro, las comunidades organizadas pueden contribuir con funciones de prevención del crimen, con acciones tales como la vigilancia vecinal, la coordinación, así como la divulgación y educación ciudadanas. Es indispensable la creación de mesas de seguridad,entendidas como instancias de coordinación, donde se planeen acciones de seguridad pública, así como también proyectos de mejoras en los espacios públicos. Para Jordi Borja, la ciudad es el espacio público, en cuanto éste se manifiesta como lugar de máxima expresión y manifestación de la ciudadanía.
El espacio público urbano, debe ser recuperado como escenario de la movilidad, del reconocimiento del otro, y de la tolerancia. Es a través del espacio público que entendemos la ciudad, y los espacios públicos seguros, los espacios defendibles, deben tener excelente accesibilidad, deben conformar con los otros espacios  un sistema coherente, jerarquizado y legible, apoyarse en políticas de seguridad pública y en comunidades organizadas.
Sumando estas intervenciones con políticas públicas de seguridad urbana, de activación del espacio público y un acompañamiento social, pueden generar un efecto exitoso en el aumento de la seguridad de las ciudades, y es que el diseño de políticas que contribuyan a mejorar la sensación de seguridad urbana, sin la reconquista y ocupación por parte de los ciudadanos, sería un fracaso de fatales consecuencias aquí y ahora.

Referencias
LLANOS, Douglas Miguel; Martínez, Rafael Enrique (2010) “Espacios públicos urbanos, convivencia y seguridad ciudadana”, publicado en CIUDADES 86, abril-junio de 2010, RNIU, Puebla, México, pp. 39-44
WILSON, James Q.; Kelling, George L. (1982) “Broken Windows. The police and neighborhood safety”  en The Atlantic Monthly, Marzo 1982, 10 p.

*Arquitecto, Maestro en Asuntos Políticos y Políticas Públicas, especializado en políticas de planeación y desarrollo urbano, http://blogeroenfasedenegacion.blogspot.com/

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