Por Victor Manuel Gutiérrez Sánchez
En el marco de la Bienal de Arquitectura de
Chicago (3 octubre 2015- 3 enero 2016), un evento inédito en Norteamérica y de
alcance internacional, podemos observar que invita no solo celebrar la
arquitectura y su historia, sino voltear hacia el futuro de nuestro hábitat.
Chicago es conocida como la “segunda ciudad”, pero este mote no aplica en lo
referente a la arquitectura moderna, ya que se ha constituido como vanguardia y
la quintaesencia de la ciudad norteamericana actual. A pesar de una tradición
más pragmática que intelectual, este evento establece las bases para convertir a
la ciudad en un enorme laboratorio para el pensamiento y la acción arquitectónicos,
proponiendo una sana y necesaria difuminación de la línea divisoria entre
arquitectura, urbanismo y paisajismo.
Cabe recordar que este es el lugar de
nacimiento del rascacielos, a través de la Escuela de Chicago, un movimiento
que era más un asunto de innovación tecnológica y constructiva que de altura o
estilo. Inspirado por Adler y Sullivan, a finales del siglo XIX y principios
del XX, basado en principios funcionalistas que llevaron a un mayor
aprovechamiento del suelo urbano por medio de desarrollos verticales. También
fue un lugar determinante en llegada de la influencia de la modernidad
arquitectónica europea, y ahora albergando la primer bienal de arquitectura de
gran calado en los Estados Unidos.
Una de las joyas arquitectónicas que se deben
visitar es el John Hancock Center
(1969) obra de Skidmore, Owings & Merrill, que en la posmodernidad
constituyó un diseño innovador de rascacielos (456.9 metros), ya que marcó un
parte aguas con la forma rectilínea de las edificaciones verticales, además de
que su ingeniería sentó las bases para construir edificios de más de 100 pisos.
Además de los rascacielos, hoy el paisaje
urbano de Chicago está marcado por una abundancia de espacios públicos, como el
destacado Millennium Park (2004) y su
vecino Maggie Daley Park (2012),
dándole al centro un gran atractivo para habitantes y visitantes, que recorren
la ciudad en auto, autobús, caminando o en bicicleta. Pero las condiciones
geográficas de este lugar permiten, además, recorrerlo y apreciarlo de otra
manera: en barco.
El paseo en barco a lo largo del Chicago River, permite apreciar desde
otra perspectiva esta ciudad, a través de sus puentes y edificios, así como de
un elegante Riverwalk, que recorre la
arquitectura del centro, en un paseo votado como “el mejor tour de Chicago”. La
descripción de mas de 50 edificios fundacionales que dan fe del paso de ciudad
industrial a una atractiva metrópoli en menos de 100 años, se complementa con
los principales hitos históricos de esta ciudad como la llegada de los
exploradores franceses James Marquette y Louis Joliet, que descubren las
afluentes fluviales que potenciaron el desarrollo de este centro urbano, así
como los primeros asentamientos fundados por Jean Baptiste Point Du Sable y
John Kinzie (1833). También este paseo da fe de la capacidad de reconstruirse
que tiene esta ciudad ante la adversidad, como la impresionante restitución que
tuvo lugar después del Gran Incendio de Chicago (1871).
De esta manera, el recorrido nos va llevando
por algunas de los principales ejemplos de la práctica arquitectónica en esta
ciudad como el Merchandise Mart (1930)
edificio comercial estilo Art Decó, obra de Graham, Anderson, Probst &
White, en su momento el edificio comercial más grande del mundo (372,000 m2).
Pero esta lectura no solo incluye edificios, sino que se complementa con obras
de ingeniería vanguardistas –el mismo flujo del río es una de ellas, ya que se invirtió
el curso fluvial de manera artificial-, como el puente móvil DuSable Bridge (1920), también conocido
como Michigan Avenue Bridge, una
impresionante obra de infraestructura estilo Beaux Arts, mediante el diseño de Edward H. Bennett, Thomas G.
Pihlfelt y Hugh Young. Este puente es “un monumento en movimiento” que permite una
conexión funcional con el norte de la ciudad, a partir del Plan de Chicago de
Daniel Burnham (1909).
Quien realiza este recorrido no alcanza a salir
del asombro de un edificio antes de llegar al siguiente, se trata sin duda de
una experiencia abrumadora para cualquiera. Una vez estando en el norte de la
ciudad, y aprovechando de la temporada, es muy recomendable visitar uno de los
estados de beisbol más antiguos de las Ligas Mayores: el Wrigley.
Wrigley
Field, construido en 1914 –recién
celebró su aniversario número 100-, es la casa de los Chicago Cubs, diseñado por el arquitecto local Zachary Taylor Davis,
su nombre original era Weeghman Park,
antes de llamarse Cubs Park (1926) y
finalmente Wrigley Field (1927). Esta
joya de la arquitectura deportiva, que también albergó entre 1921 y 1970 a los Chicago Bears de la NFL, está ubicado en
un vibrante barrio al norte de la ciudad de Chicago: Lakeview, y es conocida como “The
Friendly Confines”, por su definitorio papel para la comunidad de este
sector urbano. El edificio consiste en una construcción metálica y muros ladrillo,
los cuales están característicamente cubiertos de hiedra. Destaca la icónica
marquesina roja en la entrada principal, y el marcador manual, que da un aire
tradicional a este estadio, que fue el último en contar con iluminación
artificial (1988). El contexto también contribuye a hacer de este un lugar muy
especial, desde los inusuales vientos dominantes provenientes del Lago
Michigan, hasta Wrigleyville, como se
conoce al entorno residencial de uso mixto, junto con bares y restaurantes.
Pero tal vez lo más impresionante de este lugar es la afición, fiel a pesar de
no haber ganado ningún campeonato en este lugar – la última vez que los Cubs fueron campeones de Serie Mundial
fue en 1908- , lo cual no obsta para que se genere uno de los mejores ambientes
que se pueden vivir en un juego de pelota. Esta experiencia, de asistir a un
estadio repleto de aficionados (42,495) que invariablemente asisten para ver a
los Cubs “aunque ganen”, estaría
incompleta sin disfrutar de un hot dog
estilo Chicago y entonar, junto con todo el estadio, el legendario “Take me out
to the ball game” (1908), que es el himno no oficial del beisbol
estadounidense, a la mitad de la séptima entrada, en una tradición fundada por
el anunciador Harry Caray. Este digno escenario ha albergado además algunos conciertos
musicales históricos: Paul McCartney (2011), Pearl Jam (2013) y The Police
(2007), entre muchos otros.
Para concluir, es importante mencionar que la
Bienal de Arquitectura es un evento que ha convocado en Chicago a más de 100
despachos de todo el mundo, destacando entre ellos a la mexicana Tatiana
Bilbao, que expone un prototipo de vivienda económica, con el cual busca romper
con el estigma de la vivienda inconclusa en comunidades marginales, por medio
de una construcción, que en la bienal se construyo escala 1:1, y que consiste
en un núcleo de concreto y pallets de madera, además de un acento de color, con
los cuales produce un espacio habitacional digno ya que fácilmente “luce
terminada”, dando respuesta a uno de los temas mejor representados y más recurrentes
de la Bienal: la vivienda accesible y a la innovación constructiva y material. Con
el tema “El Estado del Arte de la Arquitectura”, la Bienal parece gritar al
mundo “¡Mira todo lo que la arquitectura puede hacer!”, y en lo particular sirve
como inspiración a la VI Bienal Regional de Arquitectura a celebrarse en San
Luis Potosí, 26 y 27 de febrero 2016.
Fuentes de información
chicagoarchitecturebiennial.org
architecturalrecord.com
architecture.org
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