Por Victor Manuel Gutiérrez Sánchez.
En nuestra ciudad en estos días hemos podido conocer iniciativas para
definir la regeneración de avenidas con una perspectiva meramente vial, que
dejan de lado otras formas de moverse, distintas al automóvil privado. Esta
perspectiva no toma en cuenta la opinión ni las necesidades de la ciudadanía, y
obedece a prácticas urbanísticas del siglo pasado, en que se diseñaban ciudades
para el automóvil. Hoy, las nuevas tendencias del diseño urbano apuntan a
priorizar al peatón, al usuario del transporte público y al ciclista,
complementando la circulación de vehículos por las calles de la ciudad.
“Un paso a desnivel o un puente es la manera más rápida de llegar al
siguiente embotellamiento”, dice el urbanista Rafael Pérez Fernández, para
explicar una visión parcial, que pierde de vista la planeación de la ciudad
como un todo integrado. En cambio, cuando se diseña la calle desde una
perspectiva de política p ública, es decir, de manera
conjunta entre los sectores público, privado y social de una comunidad, se
llega a un concepto integral del espacio para la circulación que se conoce como
“Calle Completa” o “Calle Total”.
Para conocer como se están diseñando en otras partes del mundo las
calles con este criterio, tomemos por ejemplo el Manual de Diseño de Calles de
Escocia, en la Europa escandinava, -una de las regiones del mundo con mayor
calidad de vida-, el cual establece la política: el diseño de calles debe considerar el espacio antes del movimiento.
Lo anterior quiere decir, si diseñamos para los coches eso es lo que vamos a
obtener, más coches; en cambio, si diseñamos para el peatón, tendremos eso, más
personas ocupando el espacio público. Además, nos dice este manual, el diseño de calles debe estar basado en una
toma de decisiones balanceada y debe adoptar un enfoque multidisciplinario y
colaborativo.
Por otra parte, en Nueva York, la experiencia del High Lane, -una iniciativa ciudadana de recuperación de las
abandonadas vías elevadas del tren, apoyada con diseñadores de gran visión y
sensibilidad-, dio la pauta para crear el Manual de Diseño de Calles, que
aspira a lo que en la cultura anglosajona se conoce como “Calles de Clase
Mundial”, de la cual se desprenden siete objetivos:
1. Diseñar para la seguridad, crear espacios para mover personas y bienes
con seguridad, a través de la ingeniería y la cultura viales, y con ello disminuir
la accidentalidad y la fatalidad de la misma. Diseñar calles para servir viajes
locales a baja velocidad. Investigar, probar y evaluar aditamentos y acciones
innovadoras para incrementar la seguridad, particularmente aquellos que han
funcionado en otras ciudades.
2. Diseñar par la accesibilidad y la movilidad, esto es, integrar a todos
los usuarios de la calle, para todos los usuarios, con criterios de diseño
universal, especialmente para los grupos más vulnerables: niños, adultos
mayores y personas con capacidades diferentes, en la diversidad de modos de
transporte. Considerar las proyecciones de crecimiento, recuperar derechos de
vía, sobre todo con una visión integral que mejore la vitalidad económica de la
ciudad. Priorizar el uso peatonal, la bicicleta y también el tránsito
vehicular, al proveer de infraestructura segura, accesible y funcional para
todos los modos de transporte utilizados en cada ciudad, diseñar rutas y
conexiones con una visión sistémica. Minimizar el impacto del tráfico pesado en
los distintos barrios. Esforzarse por alcanzar la accesibilidad, el diseño
universal, y también considerar accesos de emergencia.
3. Diseñar para el contexto, responder al carácter del barrio. Partiendo de
que las calles definen el carácter de los barrios, su diseño debe hacer
referencia a el contexto colindante, incluyendo la historia, usos de suelo y
puntos de referencia, es decir, comprender la vocación económica y social de
cada barrio. Preservar el carácter único de cada barrio, provocar espacios para
la convivencia, diseñar el paisaje, provocar actividades recreativas, diseñar
de manera balanceada los distintos modos de tráfico en función de la seguridad
y las necesidades de la comunidad.
4. Diseñar para la habitabilidad, o sea, crear espacio público estimulante
con espacios públicos de calidad. Más allá de su función para mover personas y
bienes, las calles comprenden una extensa red de espacios públicos abiertos que
facilitan las interacciones sociales, cívicas y económicas. Expandir el espacio
público utilizable, reubicando o reciclando fincas abandonadas, deterioradas o
sub utilizadas, para crear andadores, ampliar banquetas, extensiones del
espacio público en esquinas o a mitad de cuadra, y aprovechar la oportunidad
para crear áreas verdes o huertos urbanos. Diseñar las calles para incentivar
la actividad física de todas las edades, al hacer el ciclismo, caminar o correr
como algo atractivo y conveniente. También incluir espacios sombreados y para
sentarse.
5. Diseñar para la sustentabilidad, contribuir a un ambiente más sano y
sostenible. Visualizar la calle como una extraordinaria oportunidad para
mejorar la salud ambiental de la ciudad, utilizar materiales de menor impacto
ambiental, que minimicen las superficies impermeables y maximicen la
posibilidad de reforestación, así como la absorción calórica de la calle, con
conocimiento del factor reflejante solar y, muy importante, entender el papel
que cada zona de la ciudad juega en el ciclo del agua de cada región.
6. Diseñar para la excelencia visual, lo que quiere decir crear paisajes
urbanos coherentes y armónicos. Las ciudades bellas se definen por la calidad
visual y perceptual de sus calles. Diseñar con los más altos estándares
estéticos, considerando el mantenimiento de largo plazo, y con enfoque
multisensorial, o sea que además la vista, el espacio debe ser capaz de
estimular los demás sentidos.
7. Diseñar para la rentabilidad, o lo que es lo mismo, proveer de la mayor
plusvalía posible al público. La reconstrucción de las calles urbanas requiere
de recursos financieros sustanciosos, por ello se debe considerar el ciclo
completo de costo-beneficio: al desarrollar proyectos de inversión, medir no
sólo el beneficio o el costo económico, sino el ambiental, territorial y
social. Además de una buena planeación y
diseño, la calle requiere de una buena administración, así como considerar
futuras necesidades, generando proyecciones de desarrollo como parte del
proceso de planeación, reconociendo también la importancia de la evaluación y
autoevaluación, como retroalimentación del proceso para futuras acciones.
De lo anterior podemos concluir, que para el diseño de una calle
completa, debemos integrar todos estos factores, así como la geometría vial,
los materiales de construcción, el paisaje, la iluminación y el mobiliario
urbanos, pero sobre todo la participación conjunta e integrada de la
ciudadanía, la iniciativa privada y el gobierno en el diseño de los espacios
que habitamos y transitamos todos.
Fuente de información:
· New York City (2009) Street Design
Manual. Department of Transportation. www.nyc.gov/street designmanual
· The Scottish Government (2010) Designing
streets. A policy statement for Scotland. Edinburgo, Escocia
www.scotland.gov.uk
No hay comentarios:
Publicar un comentario