jueves, 2 de mayo de 2019

Arquitectura y vino


Por Victor Manuel Gutiérrez Sánchez
Twitter e instagram @intersticio74


Que la buena arquitectura y el buen vino se parecen y además combinan muy bien, no creo que sea una afirmación que despierte polémica: ambos destilan de la cultura y producen un inagotable deleite multisensorial a sus conocedores. Tal vez por ello, cada vez más compañías vinícolas y vitivinícolas –no es lo mismo-, apuestan por invertir en la construcción de espacios arquitectónicos de gran calidad para acentuar la experiencia de degustar un buen vino y conocer de cerca el proceso mediante el cual se producen.
Recordemos, por poner un ejemplo, la obra de Frank O. Gehry en La Rioja, España. En 2006, el arquitecto canadiense concibió una estrafalaria estructura recubierta de titanio con colores que hacen alusión al vino tinto, así como al oro y plata de la botella. Según la anécdota, los propietarios de Marqués de Riscal, convencieron al cotizado arquitecto, ganador del Premio Pritzker, de aceptar la comisión, al poner sobre la mesa una botella del año de su nacimiento (1929), -además de un cuantioso cheque-.
Lo bueno es que no es necesario ir tan lejos para disfrutar de esta armoniosa combinación, la de la arquitectura y el vino, en una refinada versión. En Trancoso, un poblado cercano a la capital del estado de Zacatecas, se encuentra el Viñedo Campo Real, donde se produce una gran variedad de extraordinarios vinos de marca Tierra Adentro. Ambos nombres, hacen alusión a la Declaratoria como Patrimonio Cultural de la Humanidad por parte de la UNESCO (2010).
Ahí, en medio de los viñedos que producen variedades de uvas como Malbec, Merlot, Syrah y Sauvignon, entre otros, se destaca una estructura en voladizo, que alberga el Restaurant Albuquerque, proyectado por Fernanda Reyes, con la colaboración de Alberto Soto. Construida en 2016, esta magnífica obra arquitectónica se compone de dos pabellones sobrepuestos, que aluden a la linealidad de los surcos de los viñedos y a la combinación entre modernidad y tradición de una nueva generación de productores de vinos zacatecanos.
Esta relación volumétrica minimalista, da paso a un mirador panorámico, que ofrece a sus visitantes el regocijo de encontrarse rodeado por la naturaleza. La parte inferior, construida predominantemente con tierra rojiza, alberga los servicios del edificio, así como una cocina gourmet de primer orden. La parte superior, suspendida sobre tres puntos de apoyo, es un pabellón de cristal, acero y madera, que se adentra en el verde del paisaje, que no por domesticado es menos fascinante.
El viñedo Campo Real es una estupenda opción para visitarlo durante cualquier época del año –Su evento anual es la Vendimia del 25 de agosto-, y degustar la exquisita gastronomía creada para ser el maridaje de los deliciosos vinos que producen. También tienen visitas guiadas a sus salas de tanquería para conocer sus procesos de producción, así como su cava y museo de la barrica. Sus 50 hectáreas de viñedos se pueden recorrer en un tren turístico, o bien, en bicicleta, para terminar en una refrescante cata. Después de todo, siempre cae bien un buen vino para disfrutar de la buena arquitectura, y viceversa.
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