Por
Victor Manuel Gutiérrez Sánchez*
El Centro de Arte, Arquitectura y Diseño
“Roberto Garza Sada” de la Universidad de Monterrey, es la primera obra de
equipamiento monumental del prestigiado arquitecto japonés Tadao Ando en
Latinoamérica.
Si puedo crear espacios que
la gente no haya experimentado antes,
y si esos espacios permanecen o les permiten
soñar a futuro,
ese es el tipo de estructuras
que busco crear.
Tadao Ando.
A inicios del año 2013 comenzó a funcionar y
fue inaugurado oficialmente el primer proyecto de Tadao Ando construido en
México, es decir, el primero de carácter público, ya que antes construyó una
residencia en la zona metropolitana de Monterrey.
La obra de este maestro que aprendió la
arquitectura a base de leer, viajar y construir, es un constante tributo a los
grandes maestros de la modernidad, como Le Corbusier y Mies van der Rohe, pero
de manera muy especial de Luis Barragán, de quien es un admirador confeso. Tal
vez por eso, al recorrer la arquitectura de los paisajes y obras exteriores de
la UDEM en torno al Centro de Arte, Arquitectura y Diseño, encuentra uno un
guiño al maestro mexicano.
El Centro “Roberto Garza Sada” alberga
estudios, talleres, laboratorios, ágoras, aulas y espacios de usos múltiples
para más de 300 estudiantes actualmente, aunque su capacidad máxima es de 1,400
alumnos. Se trata de un edificio de seis niveles, con una altura entrepisos de
aproximadamente 5 metros y medio, distribuidos según sus funciones:
instalaciones digitales en los primeros dos niveles artes visuales en el
segundo nivel, textiles y fotografía en el tercero, talleres de maquetas se
agrupan en el cuarto nivel y los últimos niveles son ocupados por espacios
destinados al diseño en sus diversas disciplinas.
Este edificio es conocido ya como “La puerta de
la creación” tanto por su programa arquitectónico, destinado a actividades
creativas, como por la originalidad de la solución arquitectónica, determinada
en buena medida por el gran claro, cuyo punto más alto alcanza los 77 metros, que
en su parte interior se denomina “La Vela”, ya que consiste en un abanico de
concreto que se va plegando de forma triangular para dar lugar a la peculiar
geometría que caracteriza a este edificio.
Cabe destacar que el proceso creativo de Tadao
Ando, firmemente apoyado en infinidad de bocetos y maquetas de trabajo, se
encuentra en exhibición permanente en el Centro “Roberto Garza Sada”, al igual
que cálculos, apuntes, y gran cantidad de fotografías que dan fe de dicho
proceso y de la constante supervisión que el arquitecto ejerció sobre la obra,
no obstante la enorme distancia hasta su lugar de residencia y de prescindir por convicción de herramientas
digitales como el teléfono celular o el correo electrónico.
Al recorrerla se explica uno porque se trata de
una obra que llevó cuatro años y 45 millones de dólares en culminarse. Y es que
es una obra de gran calidad constructiva y cuidado del detalle, en sus más de
13 mil metros cuadrados, en la que intervinieron 2,370 trabajadores en su
edificación de manera directa e indirecta. Ahí encontramos combinados con el
concreto aparente -famoso mundialmente por el acabado satinado que imprime a
sus obras-, al cual se combinan pisos de granito y cemento pulido, con acabado
epóxico, así como algunos paneles prefabricados y grandes cristales con marcos
de aluminio.
A través de sus vanos cuidadosamente
calculados, sus dobles alturas y sus remates visuales, las vistas sorprenden a
quien recorre el edificio, alternando perspectivas hacia la Sierra Madre
Oriental, el Cerro de las Mitras y la Huasteca, parajes representativos de la
periferia de Monterrey.
Cabe destacar que, por su trayectoria el
Arquitecto Tadao Ando ha sido merecedor al premio Pritzker en 1995, además de contar en su haber con las medallas
de oro de la Asociación Internacional de Arquitectos, y del Royal Institute of British Architecture.
Nada mal para un autodidacta que no pasó por la escuela de arquitectura, ¿no
creen?
*arquitecto y urbanista,
twitter e instagram @intersticio74
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