Por
Victor Manuel Gutiérrez Sánchez
“Debe haber ojos en la calle. Los edificios en
una calle deben contribuir en asegurar la seguridad tanto de residentes como de
visitantes, y deben estar orientados hacia la calle. No pueden dar la espalda
hacia ella y dejarla ciega”. Jane Jacobs
La
violencia en sus diferentes formas ha retomado nuestras calles, casas y
espacios públicos. Esto no es algo nuevo, pero ha recrudecido en los tiempos
recientes. Más allá de la guerra de cifras alegres y estadísticas catastróficas
entre las autoridades y algunas voces de opinión pública, la realidad es que los
ciudadanos nos sentimos inseguros en nuestro entorno inmediato.
¿Es
posible hacer algo para resolver esta situación desde las disciplinas y
ciencias del hábitat? Algunos estudiosos del tema llevan mucho tiempo
sosteniendo que mediante diseño ambiental podemos mejorar la infraestructura
para la seguridad pública en nuestras ciudades con una perspectiva de género y
una cultura de la prevención de la violencia.
En la
década de 1970, el arquitecto y urbanista Oscar Newman desarrolló la teoría de
la defensibilidad del espacio; una serie de ideas acerca de la prevención del
crimen y la seguridad en los barrios, que parte de la definición de que el espacio
defendible es un entorno residencial cuyas características físicas –disposición
de los edificios y plan de conjunto- funcionan para permitir a los mismos
habitantes convertirse en agentes clave para asegurar su propia seguridad
(Newman, 1972). Por tanto, el espacio defendible es un fenómeno sociofísico o
socioespacial, lo cual significa que tanto sociedad como elementos físicos son
partes igualmente importantes para que un espacio sea defendible.
Además
de estar fundamentado en el sentido de pertenencia y de responsabilidad, por
parte de los vecinos, Newman establece cinco factores que hacen defendible un
espacio:
1.
Territorialidad,
expresada principalmente en el sentido de pertenencia y de responsabilidad por
parte de los vecinos.
2.
Vigilancia
natural, esto es, habilidad para ver lo que está sucediendo. “Las calles deben
tener ojos” (Jacobs, 1961), está comprobado que una de las mejor es estrategias
para contrarrestar la inseguridad de una calle es que esté llena de testigos.
3.
Imagen, lo
cual tiene que ver con la capacidad de transmitir la sensación o percepción de
seguridad, por medio de iluminación, permeabilidad y sobre todo evitar la
imagen del deterioro, como la teoría de las ventanas rotas” sostiene que los
índices delictivos son mayores en áreas que presentan evidencia de abandono.
4.
Entorno,
entendido como la proximidad a equipamiento de seguridad pública, pero también
a centros de trabajo y equipamiento recreativo deportivo, que evite la
improductividad de los más jóvenes.
5.
Áreas de
conexión seguras, en buena medida, la seguridad de un barrio está determinado
por lo que sucede en la calle, el uso de las aceras (Jacobs, 1961) y de los
espacios públicos también es fundamental.
Otros
aspectos que podemos aprender de estos estudios previos, realizados en la
conflictiva ciudad de Nueva York, los podemos encontrar en la conclusión de que
el índice delictivo era más alto en desarrollos verticales que en horizontales,
un aspecto con aplicación aquí y ahora, que la Política Nacional de Vivienda
retoma el tema de la densificación vertical en nuestro país. También esta
teoría concluye que la alza de la incidencia delictiva tiene una de sus
principales causas en el hecho de que no existe control o responsabilidad por
áreas ocupadas por tanta gente, y en este sentido, sus ideas sobre control
social, prevención delictiva y salud pública pueden contribuir enormemente al
diseño de comunidades, en vez de grandes desarrollos o fraccionamientos.
La prevención
del crimen a través de diseño ambiental (CPTED por sus siglas en inglés), es un
área indispensable hoy en día, la cual debe contar con una perspectiva de
género para proteger a una parte de la sociedad que sufre hoy en día de mayor
vulnerabilidad y amenaza.
Desafortunadamente,
en nuestro país, la intervención de espacios públicos con alta incidencia
delictiva que financiaba el Programa Federal de Prevención del Delito (PRONAPRED)
a través de la Secretaría de Gobernación, desapareció del presupuesto federal a
partir de este año, y solo persiste el
Programa Rescate de Espacios Públicos que promueve la Secretaría de Desarrollo
Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU), además de algunos esfuerzos aislados de
autoridades municipales, por lo que es inaplazable el emprender acciones de
política pública para la prevención de la violencia, por nuestra propia
tranquilidad y bienestar.
Referencias
Jacobs,
J. (1961) Life and Death of Great
American Cities.
Newman.
O. (1972) Defensible Space.
Wilson,
J.Q., Kelling, G. (1982) Broken Windows
Theory.
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