Por Victor Manuel Gutiérrez Sánchez
El concepto de Ciudad Educadora es una nueva dimensión complementaria y, hasta cierto punto, alternativa al carácter formalizado, centralista y a menudo poco flexible de los sistemas educativos, que conlleva implícita la interacción planeada y diseñada entre las propuestas de la educación formal, no formal e informal.
Este concepto es más bien la formulación de una utopía, descrita como una etapa posterior a la era de la información, y a la que se llegaría utilizando tanto los medios tecnológicos, como la instrucción o educación universal y la humanización de las sociedades actuales.
Las sociedades de la información emergen de la implantación de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en la cotidianeidad de las relaciones sociales, culturales y económicas dentro de la comunidad, eliminando las barreras del espacio y el tiempo en ellas, facilitando una comunicación simultánea y virtual.
Cabe aclarar que la información no es sinónimo de conocimiento, ya que aquella se compone de hechos y sucesos, mientras que el conocimiento se define como la interpretación de tales hechos dentro de un contexto con alguna finalidad.
El concepto pluralista establecido por la UNESCO para la sociedad del conocimiento, trasciende al de la sociedad de la información, ya que se refiere a transformaciones sociales, culturales y económicas en apoyo a la sustentabilidad del desarrollo. Desde esta perspectiva, los pilares de las sociedades del conocimiento son el acceso a la información para todos, la libertad de expresión y la diversidad lingüística.
De acuerdo con este enfoque, las acciones educativas que tienen lugar en un marco de ciudad educadora han de integrar el conocimiento y la vivencia del territorio. En el marco de la ciudad educadora las administraciones locales tienen como función básica la promoción de la participación ciudadana en la gestión y transformación de su ciudad potenciando aquellas acciones que impliquen la interacción entre niños, jóvenes, adultos y ancianos. Por esta razón es preciso que promuevan la formación específica de los distintos agentes educativos y la participación e iniciativa ciudadana poniendo los recursos necesarios a su disposición.
Desde hace tiempo se tiene conciencia de que la ciudad cuenta con las mejores condiciones materiales para forjar una oferta general de difusión de los aprendizajes y de los conocimientos útiles para vivir en sociedad. Es así como surge la Asociación Internacional de Ciudades Educadoras, formalizada a partir del Primer Congreso Internacional de Ciudades Educadoras efectuado en Barcelona en 1990, donde se afirma que la ciudad es educativa por el solo hecho de ser ciudad, es fuente de educación en ella misma, desde múltiples esferas y para todos sus habitantes. De esta asociación emana La Carta de Ciudades Educadoras, la cual se basa en tres principios: El Derecho a la Ciudad Educadora, el Compromiso de la Ciudad, y el Servicio Integral de las Personas. Este organismo cuenta actualmente con 425 ciudades asociadas en todo el mundo,. En México hay actualmente 14 ciudades con esta categoría, entre las que se cuentan Playa del Carmen, Cozumel, Guadalajara, Puebla, Guanajuato y León, entre otras. Una de las ventajas de pertenecer a esta asociación es la de poder aprender de experiencias en otras ciudades, donde se aplican programas como “Arte para Crecer“ o “Redes de Ciudades“, “El Deporte como Herramienta de Inclusión Social“ y “La Gestión Participativa de los Espacios Públicos“, entre otras.
Según la Secretaria General de la Asociación Internacional de Ciudades Educadoras, la ciudad es pues educativa per se: es incuestionable que la planificación urbana, la cultura, los centros educativos, los deportes, las cuestiones medioambientales y de salud, las económicas y presupuestarias, las que se refieren a la movilidad y a la viabilidad, a la seguridad, a los diferentes servicios, las correspondientes a los medios de comunicación, etc. incluyen y generan diversas formas de educación de la ciudadanía (Figueras). Por tanto podemos afirmar que es la intencionalidad lo que le da el carácter educativo a las ciudades.
Otros autores complementan lo anterior al afirmar que pensar la ciudad en clave pedagógica, supone identificar y comprender las lógicas y prácticas educativas propias de la ciudad: un amplio abanico de procesos de aprendizaje, formación y socialización, del que participan los sujetos y colectivos urbanos a partir de la vida citadina que les es propia (Jurado). En este sentido la ciudad tiene tres dimensiones educadoras: como entorno, como vehículo y como contenido de educación.
Ante esta realidad, uno no puede evitar preguntarse si nuestra localidad pudiera formar parte de esta interesante asociación. En lo personal considero que las condiciones tendrían que generarse a partir de la voluntad política de nuestros tomadores de decisiones, la cual se evidenciaría en una actitud más abierta e inclusiva hacia la sociedad, en un esquema de planeación de nuestras ciudades desde una perspectiva del bien común, desgraciadamente muy lejana a lo podemos constatar en el día a día.
Referencias:
CYRANEK, Günther (2005) “Hacia las Sociedades del Conocimiento“. UNESCO
FIGUERAS Bellot, Pilar, Secretaria General de la Asociación Internacional de Ciudades Educadoras, con sede en Barcelona, España.
JURADO Jurado, Juan Carlos “Ciudad Educadora: Aproximaciones Conceptuales y Contextuales“ en Revista Iberoamericana de Educación.
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